Seguro que habrás leído, en muchos libros y artículos, acerca del cambio personal. Numerosas guías y métodos proponen pasos para llevarlo a cabo y con ello poder avanzar hacia aquellas metas que siempre te habías propuesto. Por mi experiencia personal, te puedo decir que el cambio ¡es posible! si se decide cambiar.
Si deseas mejorar en cualquier área de tu vida, en primer lugar, debes reflexionar acerca de aquello que no te gusta y has decidido que no puede seguir así. Has dicho ¡basta!
En estas líneas, quiero proponerte una serie de ideas que quizá, como a mí, te puedan ayudar en tu proceso de cambio y crecimiento. Un proceso que debe ser constante.
Primer paso: reflexiona.
Para comenzar, te planteo una serie de preguntas que tal vez te hayas realizado en alguna ocasión:
♥ ¿Eres de aquellas personas que aceptan bien los cambios o de aquell@s a los que les cuesta cambiar?
♥ ¿Estás descontent@ con alguna de las áreas de tu vida?
♥ ¿Quieres que las cosas cambien pero no te atreves a cambiar tú?
En muchas ocasiones, los cambios no son fáciles e incluso a veces llegan a ser dolorosos. Hay fundamentalmente de dos tipos: unos vienen impuestos por determinadas circunstancias externas y otros son de tipo voluntario porque no nos gusta lo que tenemos o cómo estamos.
Si sientes insatisfacción en algún área de tu vida, puedes probar a tomarte un momento de respiro y de reflexión, reunirte contigo mism@ y plantearte las siguientes cuestiones:
♥ ¿Qué piensas de tu entorno: familia, amistades,…?
♥ ¿De tu pareja?
♥ ¿De la ciudad donde vives?
♥ ¿Qué piensas de tu trabajo?
♥ ¿Vas a seguir haciendo siempre lo mismo?
¿Dónde pones tu foco?
En demasiadas ocasiones, enfocamos nuestro deseo de cambio en elementos externos sobre los que no poseemos ningún control: la edad, el clima, el gobierno, los impuestos, la educación recibida, etc. Afortunada o desgraciadamente, no poseemos la capacidad de cambiar esos factores.
Pero sí que podemos enfocarnos en aquellas cosas que se hallan bajo nuestra área de influencia, como nuestra formación, el cuidado de nuestra salud, nuestras relaciones, y lo más importante: nuestra actitud.
Tu actitud: la clave.
La actitud es clave y es lo más determinante en nuestra decisión de cambiar, de no conformarnos con nuestra situación actual. Abandonemos esas viejas creencias y refranes tales como “virgencita, déjame como estoy” o “más vale malo conocido que bueno por conocer” Como decía el gran maestro Jim Rohn, para que las cosas cambien, tú tienes que cambiar.
Y la mejor noticia: es tu decisión, es ¡tu poder! Aparta los miedos y atrévete a cambiar. Y si sigues teniendo miedo, no importa, ¡hazlo igualmente, aun con miedo! Los grandes éxitos están al otro lado de nuestros miedos, solo hay que atravesarlos.
¿Vas a vivir toda la vida con algo que sabes que no te gusta?